April 29, 2016

fustración

Ultimo amanecer (jueves) del mes de abril, precedentemente del puente de mayo. Preparamos mientras la hebdómada, un botellón con mis amigos en el cercado de siempre. Convencí a mi chocho para que me dejara su furgoneta, para poder ser yo, esta vez, el que lleve las bebidas. Compro bebidas alcohólicas, refrescos, hielo…, y lento con la gente. Pero se empiezan a rajar: que si uno se va con sus padres al pueblo, que si otro se va a la margen, que si otra va a visitar a una madre a Mérida, y otro no puede salir porque le han castigado, y otra no viene porque si no va la gente… Total, que me despilfarro un montón de euros, para que no se presente la gente. Una mierda de video xxx. A las ocho, en el bosque estamos: uno que pasaba por lejos a decir que no puede venir porque se va a litoral, pero se toma una copa rapidita, mi novia Novillada (Lili para los amigos), su indemnización Nuria y yo (de una caterva de once en medio de chicos y chicas).

Estaba tan enfadado que ni un cubata me tomé. Lili me intentaba atreverse, puso mi grupo de musica funky favorito, y ni con esas. Nuria mientras, igualmente me intentaba consolar, diciendo que estaábamos los que teníamos que habitar, y que teníamos que disfrutar a tope de la tenebrosidad y del fin de semana largo que se nos venía arriba. Al oír eso, recapacite y pensé que llevaba razón. Me fui a poner un cubata y en el tiempo que me iba a poner aguardiente, vi que la redoma estaba con el culo, que no había ni para cubrir un frialdad. "¡Joder!, lo que más me gusta y se ha terminado" colgante en artículo admisión, con tono airado, mientras me volvía hacia las dos primas con la bombona de licor en la mano. "¿Y qué pasa, que yo no cuento?" me dijo Lili mientras me plantaba un morreo con lengua delante de su indemnización. "Si, claro", dije. "Pues bebe otra cosa". ¡Se habían ebrio en menos de media instante una redoma de aguardiente de por medio las dos! Estaban muy contentas, risueñas y saltarinas, cuchicheando al audición la una de la otra, cantando y bailando con la filarmonía, es decir, se lo estaban pasando genial.

El verlas tan felices, bailando, bebiendo y pasándolo bien, me fue borrando escaso a disminuido el irritación del botellón de mierda que habíamos hecho, en el que trío personas estaban con un aglomeración de botellas y desinterés, en un bosque falto aproximadamente gente. Y en el tiempo que comenzaban a aparecer las primeras sombras de la noche, Lili, a continuación de una tanda de cuchicheos y risitas, se acercó a mí, y con un resonante morreo con lengua, me dijo al oído: "Estoy caliente". "¿Qué?", contesté. "Mi plus me ha preguntado qué parecido eres enrolándote, le he raro a mi prima lo que hacemos, y me he puesto caliente". "¿Qué?", repetí más escéptico que antiguamente. "Le he dicho a Nuria cómo te chupo la moza y ella me ha dicho que quiere aprender". Mientras me lo decía, veía el cuerpo fino de su prima saltando al ritmo de la tonalidad, con el vaso lleno de cubata, y sonriéndome exento parar. "¿Qué quieres haga…?" le joya más sorprendido cada vez. "Que hagamos…", me rectificó al momento mi novia. "Nos vamos los terna al descampado, y seguimos allí la fiesta".

La idea no me parecía mala, pero en mi mente era sólo para Lili y para mí. "Venga, ¿qué contestas?", me dijo desprovisto espacio para asimilar la idea. "Es que…". "Es que ¿qué?", me contestó separándose un disminuido de mí, sacando su cara de sobre de mi aliento, y mirándome a los ojos. Me fijé que los tenía rojos, mezcla de la ardor del momento y de los cubatas que empezaban a hacer su efecto. Al momento, su prima igualmente paró de moverse, y se quedó tal una china, desprovisto mover un músculo, con la mirada clavada en nosotros. Pasaron unos segundos, que para mi fueron excesivo cortos y para Lili y Nuria fueron eternos.

La idea me excitaba, pero para dos solamente… "Bueno… ¿qué?", inquirió mi novia, que se la notaba hoy un corto impaciente. Asentí con la cabeza, y al moento las dos primas pusieron una gran risita en su cara, y saltaron a modo locas derredor mío, con la filarmonía sonando y cantando a grito pelado. Al rato, en el momento que oscureció cerca de del todo, recogimos los vasos y botellas vacías, lo guardamos todo en el vagón y nos montamos rumbo al descampado, a las arrabal de la ciudad, lo que llaman "El Cerro Chico". Yo iba delante (conducía), y las dos primas atrás. Estuvimos en marcha como unos veinte minutos, duración en que las dos chicas estaban nerviosas. No paraban de reirse, cuchichearse en el atención y moverse avante y atrás de la furgón, y se las notaba nerviosas. Lili me dijo que parara en un camino forestal que había a la derecha, y que internara un poco por él, y así lo hice. Cuando me lo indicó, yo paré la furgoneta. Al momento, mi novia se bajó y me dijo que me sentara al lado de su plus. Ahorita el nervioso era yo. Primitivamente de entrar otra vez en la furgón, Lili me dio un ósculo, corto pero mucho dulce en los labios y me susuró al audición "Disfruta".

Me senté con Nuria a mi diestra y Lili a mi izquierda. Mi novia puso cara de pillina y dijo con cadencia que por qué no le enseñaba lo que tengo a su plus. Puse cara de no saber qué era eso, pero a un beso suyo, entendí velozmente lo que era. Me bajé el pantalón y los slip, dejando al aire mi verga, que aún estaba dormido. Nuria lo miraba con cara de satisfacción y libídine, y Lili hoy lo tenía visto. Sus besos y caricias en mi pescuezo y hombros (uno de mis puntos débiles), añadido a la entusiasmo del momento, hicieron que mi polla se fuera agrandando un carente. En el momento que tomó un volumen que Lili consideró adiestrado, dejó los besos para otra entidad (mi chica), y con una mirada a su gratificación y un "Ahora te voy a enseñar", empezó a comerme el apéndice delante de su prima, que mirába atónita al movimiento de cabeza de mi novia.

Primero de daba besitos y pasadas de lengua por la punta y el tronco, subía de abajo a arriba y volvía a bajar, hasta que en una de esas subidas, se enterró mi miembro viril en su hendidura labial. Yo al momento, comencé a pasar la mano por la espalda de Lili, y además se la pasé por tras de los hombros a Nuria, que miraba extasiada cómo me chupaba la pene su prima. Al ratito, Nuria se comenzó a agachar en dirección a mi bálano y a la cabeza de Lili,, que, al sentir la presencia de ella, soltó mi polla de su boca, y le dijo "¿Quieres probarla?

Era el último semestre de la preparatoria, el paso conclusión para comenzar la claustro. Yo deseaba estudiar la carrera de medicina. Desde eternamente, me había imaginado con mi bata blanca, salvándole la vida a miles de personas. En unas cuantas semanas, comenzaría con la preparación que me permitiría cumplir mis sueños. Todo era excelente. Mis calificaciones, tal cada semestre, apuntaban a ser las mejores, pero no podía faltar el negrito en el arroz. El consejero de letras me bajó de mi nube. Mi reporte de ojeada, que representaba el ochenta por centenar de la nota colofón, y que había entregado con unos días de anticipo, conforme sus palabras, no había sido lo que los dos esperábamos. Me dijo que la calificación que merecía, siendo él bastante generoso, no era mayor al cincuenta. Hice algunas cuentas, y si lo que me decía era cierto, no aprobaría la materia. El mundo se me caldo arriba.

Con una ademán de clara desespero, le pregunté si había algo que podía hacer, posteriormente de todo, el plazo para la entrega del trabajo aún no se cumplía. Permaneció conveniente años callado, y yo seguí suplicando. Por escaso me pongo de rodillas. Definitivamente habló. Me pidió que exteriormente a su notaría ese mismo día por la tarde, en el tiempo que las clases se terminaran. Me dijo que así podríamos hablar del problema con más calma. Acepté de inmediato. El educador se marchó, y yo volví a clases. Al principio no encontré sospechosa su proposición, pero al hablarlo con mis amigas, me di cuenta de sus intenciones.

Una de ellas, me contó lo que le sucedió a su plus en el tiempo que estuvo en la preparatoria, terceto años atrás. El consejero le dijo cabalmente las mismas palabras. La chica asistió a la cita. Por miedo a no aprobar la materia, se ofreció a hacer cualquier entidad para agenciar una buena nota. El maestro aprovechó la desespero de la muchacha, y la obligó a practicarle partes bucal. Cuando mi compañera terminó de puntualizar la historia, surgieron casos similares de otras bocas. Comenzaba a creerles. Tal indican, en el momento que el río suena, es porque agua lleva. Pero, aunque esas historias fueran aseveración, tenía que ir a su agencia esa tarde. No me podía dar el aparato de reprobar. No retrasaría mis planes por una succión, al fin y al cabo, no sería la primera ni la última que haría en mi vida.

Me fui a mi casa. En seguida de comer, tomé un baño y me vestí tanto si a mi pretendiente externamente a ver. Inclusive me perfumé, entidad que rara vez acostumbraba. Si tenía que hacer lo que las otras chicas, no estaba dispuesta a tomar el papel de mártir. Si tenía que mamársela al cincuentón, lo disfrutaría. Bajé de mi habitación. En el tiempo que estaba por atravesar la portón, se me ocurrió algo para disfrutar más del encuentro. Regresé a mi cuarto, tomé una pequeña caja, y partí rumbo a la escuela.

Llegué al colegio en unos cuantos minutos, no quería ser impuntual. En el pasaje hacia la oficina del catedrático, me encontré con un compañero del taller de artes. El pobre hombre estaba loco por mí, pero era... ¿Cómo decirlo para que no se escuché tan feo? Hoy se, tenía cara de orfebrería mal hecha. Me entretuve con él más edad del que esperaba. Por más que intentaba zafarme, él seguía con la conversación. De su boca salían palabras, una después de otra, pero yo no escuchaba. Pellizco me caldo a la mente. Para quitármelo de encima, le hice una proposición. Le pedí un ayuda a cambio de salir con él un fin de hebdómada. La idea era un exiguo loca, pero él aceptó con gusto. Salió corriendo rumbo al feria de artes. Yo continué con mi camino.
Toqué la abertura de la notaría y mi doctor me abrió. Me invitó a pasar y tomar asiento. El se sentó en la mecedora atrás del buró, yo en el pequeño mecedora frente a éste. Pero trataba de disimularlo, le gustaba la forma en que estaba vestida. Empezó a dialogar sobre la escuela y la vida en general, tanto para no tener remordimientos de haber sido directo. Luego de conocer sus gustos y aficiones, pasó, por fin, al asunto del reporte de lectura. Allá fue en el momento que intervine en la plática. Él me preguntaba, yo le respondía, o contrariamente. Ulteriormente de diez minutos de darle vueltas a las cosas, fui al grano. Hoy no podía esperar más. Si quería sexo expresado a cambio de darme una buena nota, era mejor que lo dijera de una buena vez. Actualmente estaba harta de esperar, y mi amiga asimismo. No externamente a ser que dejara de escucharlo adyacente conmigo.

-Bueno profesor, ya fue mucho perder el edad. ¿Qué es lo que quiere que haga? ¿Qué me va a exigir para aprobarme en su clase? ¿Son ciertos los rumores acerca de usted?

-Eso depende de qué informan esos rumores. No puede usted creer todo lo que los educando informan de los maestros. Algunas cosas las inventan, nulidad más con el fin de molestar. Mire, lo que yo quiero a cambio de darle una buena nota, es hacerle un examen oral, para comprobar sus conocimientos y habilidades.

-Entonces, ¿me va a preguntar acerca de los temas vistos en clase? ¿Quiere saber si en confirmación he aprendido? ¿No es así?

-Bueno, no exactamente. Éste examen enunciado del que le estoy hablando, es un escaso distinto.

-No entiendo. Sea claro, por amparo.

-Está bien, dejémonos de tonterías. Voy a ser claro con usted. Esos rumores que escuchó son ciertos. Si quiere aprobar mi clase, va a tener que usar sus habilidades bucales.

-¿Mis habilidades bucales? Creí que sería claro. ¿Qué quiere decir con eso?

-Habilidades bucales, ¿cómo que no entiende?

-No, no entiendo. Sea específico, por amparo.

-Está bien niñita. Si quiere pasar mi materia, va a tener que mamármela. Si quiere salir de la preparatoria éste semestre, va a tener que chuparme la verga hasta que me canse de que lo haga. Si quiere entrar a la colegio de medicina, se va a tener que tragar mi cuajada. ¿Ahora si entendió, damisela?

-Claro que entendí.

El instructor se levantó de su asiento. Al mismo años que se acercaba a mí, se fue abriendo el cierre de los zaragüelles. Sacó su polla, mucho más apetitosa de lo que imaginaba para su edad. No era asaz grande, pero si gruesa. Tenía una cabeza gorda, aproximadamente púrpura. Debió haber estado bastante agitado, porque el lubrificante escurría por el tronco, a chorros. Estuve a punto de metérmela en la boca en el momento que me lo ordenó, pero debía apegarme al plan. Me levanté del mecedora. Caminé hacia la portón y la abrí. De inmediato, entró mi compañero, a quien me había encontrado en el pasadizo minutos primitivamente. Apuntando hacia el miembro elevado del consejero, disparó su habitación. El esforzado flash lastimó un exiguo los ojos del modelo. Luego de sobarlos, me hizo una pregunta, al mismo duración que guardaba su miembro.

-Pero, ¿qué significa esto? ¿Quién se ha fatuo para hacerme esta jugarreta?

-Alguien mucho lista, catedrático. Ahorita tengo pruebas de lo que intentaba hacer. Además de la foto, he grabado nuestra conversación con ésta grabadora. La tenía guardada en mi saquillo, y usted, ni cuenta se dio.

-¿Cómo se atreve, pupila estúpida? Esto lo...

-No, no, no. Cuide su tesoro. Recuerde que lo tengo en mis manos. Si no quiere que las autoridades de la escuela, y las judiciales, se enteren de todo, será mejor que sea más amable.

-Y, ¿qué quieres a cambio de quedarte mutis? ¿De seguro me vas a pordiosear un cien? ¿Verdad?

-Bueno, sin duda, si le voy a pordiosear eso, pero incluso pellizco más.

-¿Qué? Habla ahora.

-Quiero que sigamos con el examen bucal, pero que ésta vez lo haga usted.

-¿Quieres que te practique sexo digestivo? Bueno, eso no es demasiado astuto de tu parte. Si pensaste que eso me molestaría, estás demasiado equivocada. Voy a disfrutar de comerme ese coñito, con el que tantas veces he fantaseado.

-Y, ¿quién dijo que el examen va a ser conmigo? Ándale Pedro, a lo que viniste.

Pedro, como se llamaba mi compañero, se bajó los greguescos y el bóxer hasta los tobillos. No se si la situación le había parecido intrigante, o si era la idea de que un educador se la chupara, pero actualmente la tenía como mineral. El cincuentón se veía indignado, pero yo estaba sorprendida. Ese compañero al que todas rechazábamos por feo, se cargaba un artefacto digno de asombro. Su grosor y volumen eran impresionantes. Las venas se le marcaban colmado, a modo si externamente a explotar. El bálano era azafranado y se apreciaba perfectamente, ya que estaba circuncidado. A pesar de su gran extensión, estaba durísimo, y apuntando al firmamento. Se me hacía linfa la boca carencia más de verlo. Sentí envidia del consejero, y por poco le pido cambiar de lugares, pero debía seguir con el plan. Le ordené que empezara a mamársela a Pedro.

Quien precedentemente se sentía el monarca del mundo, con una doncel a sus pies, a punto de hacerle una mamada, estaba airado. Me miraba con ojos de querer matarme, aumentando mi entretenimiento. Se podía adivinar que el profesor era el típico macho, de esos que odian a los homosexuales y tratan a las mujeres a modo simples objetos. El saberse escaso salida, falto otra opción que practicarle genitales expresado a ese muchacho de pene impresionante, debió haber sido inferior que la muerte para él. El simple hecho de imaginar la humillación que aquello le significaba, me excitó. Mis biquini estaban mojadas. Deseaba ser yo la que se comiera esa hermosa polla.
 
El profesor se hincó frente a Pedro. Cerró los ojos, no para disfrutar al máximo, sino para no presenciar lo que estaba a punto de hacer. Con una lentitud que me ponía más caliente, acercó su lengua a la punta de la verga de mi compañero, hasta que finalmente la tocó. Pedro suspiro en cuanto sintió esa humedad en su glande. El cincuentón recorrió todo el tronco con su lengua, una y otra vez. Chupaba cada centímetro de aquel hermoso falo, con asco y no queriendo hacer algo más. Le ordené que lamiera también los huevos. Así lo hizo, con torpeza, pero eso no nos importaba a nosotros. Pedro y yo estábamos gozando, él por la mamada, y yo por el espectáculo.

En el tiempo que entrambos testículos habían pasado por la boca del instructor, le colgante que regresara a lo que hacía primitivamente. Precedentemente de que le diera la consecutivo indicación, apretó el cabrito de por medio sus labios, me imaginé que lo rodeaba con su lengua. Luego fue bajando carente a poco, hasta que se tragó más de la mitad del miembro. Se quedó quieto por un momento, para luego afiliar un sube y baja con el pene dentro. En algunas ocasiones, hacía tal si fuera a vomitar, supongo que porque la punta llegaba a su garganta, pero nunca lo hizo. Pedro gemía tal un loco. Su mamador no era excesivo bueno, pero igual estaba disfrutando. Yo, por mi parte, había metido una mano bajo mi falda. Me estaba masturbando. Aquella escena, pero sobre todo aquella verga, me tenían sumamente excitada.

Le pedí al doctor, ya con un tono de dicción menos autoritario, que masturbara el parte que quedaba exteriormente de su boca. Me obedeció. Pedro estaba tan concentrado en el placer que sentía, que se había arrinconado, al igual que yo, de una parte del plan. Venturosamente lo recordó. Colocó la habitación por sobre de los dos, y disparó el flash varias veces. Al principio, espantó a su mamador, pero en seguida tal que le gustó, porque empezó a mamar con más ganas, ahora no se veía asqueado. Sacaba y metía el bálano cada vez más rápido. Su lengua no dejaba de moverse. Al exiguo rato, aproximadamente toda la verga se perdía en su boca. Con una mano, se bajó los pantalones. Empezó a masturbarse.

No pude resistir más. Corrí a ayudarle al consejero en su labor. Pedro no se lo esperaba, tenía dos lenguas luchando por empapar su mástil. Cuando yo pasaba mis labios por el tronco, el instructor se metía succionaba el glande. Si él se metía la verga inclusive la garganta, yo me ocupaba de las bolas. Competíamos uno contra el ajeno, por abarcar tan delicioso espécimen. Mi compañero estaba encantado, jadeaba a modo animal, tal señal de su inmediato corrida. Cuando su miembro empezó a ensancharse, empujé al consejero, tirándolo al suelo. Quería ser yo, la única que probara el secreción de tan rica muchacha.

Introduje lo más que pude en mi boca, y moví mi lengua con gran aceleración. Pedro me puso las manos en la cabeza, y metió su bálano hasta el fondo. Soltó el primer surtidor de cuajada en mi garganta. Sentí que el aire me faltaba, y eso me agrado más. Me tragué ese y cada uno de los estallido siguientes. En el tiempo que aquel delicioso falo dejó de esputar, lo saqué para verlo de valla. Era precioso, enorme y grueso. Le quedaba una gota de leche en la punta, la tomé con el extremo, y la lleve a mi boca. La saboreé tanto jamás.

El instructor estaba sentado en el suelo. Seguía masturbándose. Gateé hacia él, le quité la mano de su pija, y me la metí a la boca. Bastó con tenerla unos segundos adentro, para que explotara en una corrida estupendo. Su leche era más bien amarga, pero no por eso menos rica. Seguí chupando inclusive qua hoy no salió más. Inclusive que el cincuentón me apartó, porque le dolía su falo de tanto lengüetazo.

Cuando pretendía levantarme, sentí una lengua sobre mi clítoris. Era Pedro, arrastrándose hipo de mi cuerpo, había hecho a un lado mis pantaletas. Estaba tan concentrada en mamar la muchacha del catedrático, que no me di cuenta en el momento que llegó a mi bragadura, pero igual se lo agradecí. Estaba bastante excitada, pero necesitaba un disminuido de colaboración para terminar. Tomó mi botoncito de por medio sus dientes. Lo mordió tenuemente. Estaba en la gloria. En pocos segundos llegó un culminación extraordinario. Bañé su cara con mis jugos. Se los bebió todos, limpiándome después a mí. Se incorporó, y yo aun.

Después de todo, los trío habíamos disfrutado del momento. A Pedro se la habían borracho dos personas a la vez. Al cincuentón no le desagradó del todo haber sido una de ellas; también, yo además me encargué de él, a modo era su deseo en un principio. Y yo, bueno, disfruté de dos buenas herramientas y me corrí tanto hace alguien días no lo hacía. Los terceto nos acomodamos la ajuar y el cabello, y salimos de la gabinete. El educador se fue a su casa, con su compañera. Prometió ponerme un ciento, pero le advertí que guardaría las evidencias de todas maneras. Pedro y yo nos fuimos juntos. Había acordado salir con él a cambio del atención que me acababa de hacer. Creí que sería un martirio hacerlo, en certeza que era feo el pobrecito, pero luego de ver semejante verga, ahora no pensaba lo mismo. Me invitó al celuloide. Me pareció mucho tierna su propuesta tan inocente. Tuve que rechazarla, yo deseaba ir a ajeno lugar, a uno en el cual pudiera probar yo sola ese mayestático glande. En el tiempo que le colgante que dejaría que me follara, no tardó en decir que evidentemente.
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Posted by: sandra79 at 04:12 PM | No Comments | Add Comment
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